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23 noviembre, 2024 1:43 am

David Cornelio Sánchez

David Cornelio Sánchez Azcona, es el autor de la letra del himno del Colegio Simón Bolívar de Moquegua con la melodía del profesor de música Amaro Alayza Tapia, canción que hasta hoy entona la comunidad estudiantil bolivariana.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS

Próximos a conmemorar el bicentenario de la etapa bolivariana del Colegio Simón Bolívar, es oportuno dar a conocer la biografía de algunos de sus más destacados integrantes. En esta ocasión rescatamos la trayectoria de David Cornelio Sánchez Azcona, hoy poco conocida.

Nació en Moquegua el 31 de agosto de 1867. Fue hijo de Benedicto Sánchez y Mauricia Azcona. En su partida de bautizo lo asentaron como Cornelio David. Desde temprana edad tuvo marcada afición por la poesía. Por razones de eufonía alteró el orden de sus nombres, empezó a firmar como David Cornelio, como siempre se le conoció.

Fue un joven de una curiosidad infatigable dotado de aptitudes para todas sus aficiones. Destacaba por su elegante caligrafía, era reconocido como estupendo dibujante, solicitado fotógrafo en su estudio al frente del templo parroquial; también oficiaba como telegrafista, periodista, además de precoz y celebrado versificador.

Su contratación en 1897 como profesor del curso de caligrafía y dibujo del Colegio Nacional de «La Libertad», no obstante carecer de título académico, fue muy bien recibida en el medio periodístico local. Se informaba que fue el rector bachiller Francisco Sivirichi quien «ha dotado al plantel de las clases accesorias de caligrafía y dibujo natural, tan de suma importancia para la adquisición de una regular caligrafía en nuestra juventud». Agregaba que «el inteligente joven David Cornelio Sánchez ha sabido con maestría hacer avanzar a sus discípulos en el aprendizaje de un modo notable».

Ese mismo año, en la instalación de la Escuela Dominical, lee la festejada poesía «La grande obra». Tiempo después sería autor de la letra del himno de este plantel con la melodía del profesor de música Amaro Alayza Tapia, canción que hasta hoy entona la comunidad estudiantil bolivariana.

Se lo disputaban como colaborador los dos semanarios locales —«La Reforma» y «El Ferrocarril», fundados en 1886 y 1893 respectivamente, considerados entre los más antiguos del país—, y los medios informativos que se fueron creando después, en los que daba a conocer sus versos y sus crónicas que solía firmarlos con el acrónimo DACORSAN.

Hoy sus crónicas revisten valor histórico. Como las que escribía de sus viajes a Torata, Ilo. De su viaje al puerto nos cuenta que se acababa de fundar, en agosto de 1921, una simpática hoja periodística que marca el grado de adelanto y de cultura con el título de «El Sur».

Su reconocido talento lo llevó a alternar sin inhibiciones con lo más granado de la intelectualidad local y regional, sus colaboraciones se publicaban en «El Diario» del Cusco, «El Deber» de Arequipa, en Puno… Con el tiempo llegó a ser director y redactor del quincenario «El Ferrocarril», igualmente fue director del bisemanario «La Provincia» creado en los años veinte.

En 1913 fue miembro activo de la Liga peruana pro aviación que se formó en nuestra ciudad. Cuando le comunican su nombramiento como socio activo, cuando era director y redactor del quincenario «El Ferrocarril», le dicen que esperan que «como patriota, ha de contribuir con su pluma y con su propaganda, al éxito de nuestra causa». D. C. Sánchez contesta a su presidente Pedro E. Muñiz y al secretario Rodolfo A. Zapata, que «contribuir esforzadamente, en beneficio de la patria, a un ideal de tan bellas y halagadoras perspectivas, en su marcha triunfal por la conquista del aire, es deber no solo del periodista sino de todo peruano, que sienta palpitar un corazón verdaderamente patriota».

Conocida su inclinación literaria resulta natural que, en 1919, el año de la gripe, fuera uno de los abanderados en la recepción que se le hizo a Abraham Valdelomar cuando visitó la ciudad. En la segunda conferencia que dio el Conde de Lemos, el día jueves 10 de julio, la prensa local informaba que «tomó parte, recitando varias de sus magníficas composiciones, el poeta moqueguano señor David. C. Sánchez, a quien felicitamos por su actuación en dicha conferencia»; luego mantuvo con este reputado escritor nacional una fluida correspondencia. Conocida es también la amistad que cultivó con los poetas José Santos Chocano y Federico Barreto.

Como telegrafista, con la pasión de un profesional dedicado a su trabajo, transcribía en un cuaderno el manual de fotografía y modo de procesar los negativos, anotados con su elegante caligrafía, acompañado de las ilustraciones hechas por él mismo. Anotaba cuidadosamente los signos empleados en la telegrafía para tenerlos a la mano; recopiló términos poéticos y un útil diccionario de rimas, siempre escritos por él.

Su obra dispersa se encuentra en los diversos periódicos en los que colaboró, particularmente en «El Ferrocarril» y «La Reforma». Se conservan muy pocos poemas y relatos; dejó manuscritos, recortes empastados de su obra. En los libros finamente impresos que entregaban a la compra de una máquina de escribir, o de coser, pegaba en ellos recortes de sus artículos y poesías. Sus descendientes al mudarse a Lima se llevaron muy pocos, la mayor parte de su producción literaria y dibujos la dejaron en Moquegua, no se volvió a tener noticia de ellos.

En su esposa Josefina Maldonado dejó una hija, Rosa Sánchez Maldonado que casó con Fernando Manchego Cano, dejaron descendencia.

Falleció el 2 de julio 1931.

Colección de artículos.

Análisis & Opinión