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26 noviembre, 2024 3:26 am

La casa del conde de Alastaya – I

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS

De “la casa del conde de Alastaya” no se conserva el menor vestigio. 

Una sociedad como la local, que presumía de la nobleza de su origen y vivía en medio del lujo y holgura que le brindaba el floreciente negocio del vino y el aguardiente, edificaba sus casonas en cuyas portadas hacía alarde de sus escudos nobiliarios y los símbolos de su fortuna; puertas y ventanas labradas en un estilo que terminó por convertirse en una característica de la arquitectura local, como también lo fue el diseño de la casa con sus amplios patios y, por sobre todo, las holgadas habitaciones coronadas con el inconfundible techo de mojinete en un estilo local que sabemos se practicaba desde el siglo XVII.

Una casa con estas características es la que habitó el conde de Alastaya quien por su abolengo y opulencia debió vivir en una de las más representativas. El lugar donde estuvo ubicada finalmente lo he podido precisar después de paciente investigación.

La persistencia de los inclementes terremotos ha ido cambiando de modo sostenido el paisaje urbano, la pérdida de este patrimonio ha sido más implacable en las últimas décadas inducido por el cambio de la sensibilidad del nuevo poblador y la pasividad de quienes eran los llamados a preservar ese estilo urbano. Es el fatal destino que tuvo esta vivienda.

No sabemos por qué en las últimas décadas se ha llamado “Casa del conde de Alastaya” a una que antes de la década de 1970 se le conocía como la casa del regidor perpetuo de la ciudad, como la llamó el arquitecto Ramón Gutiérrez que nos visitó a principios de esa década y publicó un elogioso artículo de la arquitectura moqueguana. Lo comenté en dos artículos anteriores.

Ignacio Nieto y Roa, el primer conde de Alastaya, inicialmente vivió con su padre Francisco Nieto y Peñaloza en la casa familiar ubicada entre las hoy calles Moquegua y La Libertad. Un tiempo vivió en Potosí, Cádiz y falleció en 1775 en Buenos Aires antes de partir para España.

Le sucede en el título condal en 1776 su hermano Antonio Nieto (1732-1803). Es a él a quien nos referimos cuando se habla de “la casa del conde de Alastaya”. En 1755 se casó con su tía Nicolasa Nieto (1734-1807) en cuyo matrimonio edificó doce tiendas en dos casas que compraron en la calle del Medio, como se conocía a la hoy calle Moquegua. 

En el afán de precisar dónde vivió tan ilustre personaje, encontré una casa que en 1778 lindaba por arriba con las faldas del cerro Chenchén, por un costado con “la casa del conde de Alastaya” y por el fondo con la huerta de esta vivienda. Este dato permite ubicarla debajo de la acequia alta, después conocida como El Sauzal, hoy calle Ilo. Se confirma cuando en 1786 se menciona otra que era colindante con la del conde y “la calle real de la caja de la pila”. 

Tres años después, en 1789, se cita una casa arriba del convento de predicadores que era contigua a una “casa conocida por del señor conde de Alastaya”. Es decir, esta vivienda a la que se hace reiterada alusión, se encontraba entre el convento Santo Domingo y la hoy calle Ilo, por donde discurría la acequia con la que se regaba el huerto. De ella no queda más noticia que la ofrecida en estos documentos.

Pero esta no era la única “casa del conde de Alastaya” ni la principal en la villa de Moquegua.

Análisis & Opinión