POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
Años atrás cuando laboraba en una entidad pública, mi entonces jefa empezó a cuestionar parte de mi trabajo. Al principio era difícil entender el porqué, amén que incomodaba al punto que en un determinado momento pensé seriamente en renunciar. Sí, pa’ afuera, pa’ la calle. Hasta que un buen día lo comprendí, con previa sugerencia. Así, enfoqué la atención en la o las cosas en las que tenía razón, dejando de lado las restantes. Entonces, hice mejoras en estos yerros, sin prisa, aunque sin pausa. Y en poco tiempo se vieron algunos resultados positivos.
Lo antes descrito, que no es una novedad y menos invención, ocurre en la cotidianeidad. Controvertimos frecuentemente a nuestras autoridades políticas: alcaldes, gobernadores regionales, congresistas, ministros, etc. Y lo hacemos severamente, pues andamos con la creciente expectativa que van a solucionar casi por arte de magia todos los problemas. No importa el cómo, lo harán porque es su obligación. Lo que no preguntamos es que hacemos para que esta situación mejore y/o cambie; es decir, que cuota de responsabilidad nos corresponde asumir. Por ejemplo, exigimos que el chofer de la combi respete el semáforo, o de preferencia al peatón, pero cuando andamos al volante subimos a la berma, porque “andamos apurados”; o requerimos al alcalde cuidar el ornato, precisamente las áreas verdes del parque, aunque celebramos el cumple de la hija en el mismo lugar, trayendo invitados, que luego dejan el pasto deteriorado. Ah, y pobre de aquél sereno que ose pedir que nos retiremos, pues de inmediato le ponemos el celular en la cara y lo hacemos viral en las redes sociales.
Lo político no es la excepción. Repetimos, y con razón, que estamos decepcionamos de Toledo, Humala, PPK, y Castillo. Sí, pero la interrogante es ¿quién o quienes votaron por ellos? La respuesta va más allá, toda vez que elegimos a aquél que representó al anti fujimorismo. E ahí a Dina Boluarte, sucesora del “prosor”.
Desde el día 1 hacia adelante no han dejado de fustigarla. Los caviares, sabiendo que la cuota de poder que tuvieron a sus anchas durante los regímenes de Vizcarra y Sagasti fueron mermadas con el ilustre hijo chotano, intentaron presionarla con algunas carteras ministeriales. Cuando recibieron un NO rotundo, fueron tras ella, pretendiendo tomar el país con violencia, bloqueando carretas, marchando a la capital, y como no, muertos. Y ahí quedó la imperturbable frase de “Dina Asesina”. Pero, como nada es eterno en el mundo, este eslogan pronto caducó, y debían tener otra razón, o, mejor dicho, excusa para sacarla del poder. Entonces, apareció, bajo el manto del desbalance patrimonial, el Rolex, luego los Rolex, y después la pulsera Cartier, y demás etc. Y para que parezca grandilocuente, en escena Wilfredo Oscorima, el GORE Ayacucho, a quién luego de más de 10 años de investigaciones, recién la fiscalía asume que el wayki ha recibido coima de S/ 900 mil por parte de un empresario ligado a la corrupta Odebrecht. ¿Persecución del delito o a la jefe de Estado?
No sabemos cómo acabará esta historia; es decir, si la señora Boluarte Zegarra continuará o no al 2026. Lo que sí es que el/la el/la próximo que ocupe el sillón de Pizarro estará envuelta no solo en sendos problemas judiciales con el riesgo latente de estar de inquilino en la DIROES.
Al final, no se trata de Karol G, aunque estemos de acuerdo o no del porqué lo coronó, sino que mi exjefa tenía razón.