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22 noviembre, 2024 4:23 pm

¿Un presidente… sin billetera?

Era el más feliz del mundo cada vez que su amigo el “gordo Cesar” cómo el lagarto lo llamaba, le invitaba almorzar, siempre expresaba: “desde que soy presidente, no necesito billetera, porque a mí todo me dan”.

POR: KAREM ROCA LUQUE    

Existen políticos que tienen una historia escondida, solo muestran a la sociedad lo que les conviene, amables solo para la foto, para prometer más que para cumplir, si ocupaste tu tiempo haciendo campaña y cuando luego vas a pedir una oportunidad de trabajo, simplemente te desconocen.

El poder y los cargos son efímeros, sean políticos, empresarios, jefes, líderes de cualquier tipo, nunca hay que olvidar lo efímero del poder y que se cosecha lo que se siembra. Los cargos pasan, estés donde estés, ante todo hay que mantener la humildad y los pies sobre la tierra.

“No es el amor al chancho, si no a los chicharrones” al lagarto le encantan los chicharrones y si son invitados mucho mejor.

Siempre me contaban historias, a las cuales les di muy poco o casi nada de importancia, tampoco le di credibilidad, muchas destapaban la verdadera careta del señor lagarto, unas más que otras, hay tantas que contar que podría escribir un largo relato de anécdotas destapando a un hombre “aprovechado”.

En casi todas las visitas a su tierra querida, siempre pedía a su gran amigo David (QEPD) que le cocine los ricos chicharrones; éste se lo preparaba con el mayor de los gustos, pero el señor lagarto nunca pagaba, talvez porque su vanidad le hacía creer que su sola presencia era el pago a tan rico potaje.

En otra ocasión, en plena pandemia cuando había miles de muertos y estaban prohibidas las reuniones, el lagarto viajó a Moquegua, y no dudó en hacer abrir un restaurant camino al aeródromo, y todo para satisfacer su antojo de un rico chicharrón, importándole poco o nada los contagios de la gente, total ya era el presidente.

El lagarto fue cambiando mucho, siempre tenía presente la frase que alguna vez le dijo un ex ministro: “el presidente siempre tiene la razón, el presidente nunca se equivoca”. Pues con esa frase tomaba todas las decisiones para el país, en compañía de su gran “colaboradora la Morales”.

Pasaba el tiempo y cada vez se volvía más sordo, no escuchaba a nadie, sólo a quienes decían si, si, si a todo. Era el más feliz del mundo cada vez que su amigo el “gordo Cesar” cómo el lagarto lo llamaba, le invitaba almorzar, siempre expresaba: “desde que soy presidente, no necesito billetera, porque a mí todo me dan”. Aunque a veces Figueredo se quejaba de pagar las cuentas de los restaurantes lujosos, lo hacía siempre pensando que podía ser ministro, y luego de cada almuerzo, yo le preguntaba: ¿alistamos fajín?… a su respuesta: nada, aun nada…

Hay una anécdota contada por un amigo que vive en el valle de Moquegua, nos contó sobre el buen amigo Aurelio, es un tipo muy bueno, cajamarquino, admirador del lagarto, cuando el lagarto asumió como presidente, Aurelio le prometió sacrificar una res por la asunción del cargo, y por diferentes circunstancias no se pudo concretar el ofrecimiento. Tiempo después, cuando el lagarto estuvo como candidato al Congreso por un partido político, éste comunica de su llegada a Moquegua con toda su comitiva al buen Aurelio; entonces tuvo que pagar el ofrecimiento con un gran almuerzo. Como siempre al lagarto no le costó nada.

Los que sabemos de esta situación sentimos vergüenza ajena, aprovecharse de la buena voluntad de una persona que lo estima.

Recuerdo una de tantas veces, era un sábado, me encontraba almorzando muy cerca a Palacio de Gobierno, entonces recibo la llamada del señor lagarto donde me dice: ¿Dónde estás? ¿Qué haces?, le dije, almorzando y me pide lo siguiente – quiero una fuente de ceviche, estoy en la piscina de Residencia con mi hija y mis nietos – pensando que luego me daría para pagar la fuente de ceviche, lo hice, pero nunca me devolvió el dinero para pagar, en esos casos tenía que utilizar mi tarjeta de crédito, porque de todas maneras era el Presidente. Se le fue haciendo costumbre, no solo pedía ceviche, también pedía un café especial, un vino muy rico por cierto de nombre “El Enemigo” y el pago de sus ternos y camisas en la lavandería.

Luego mi presupuesto no daba para más, tuve que hablar con la sub secretaria de Palacio de Gobierno para ver como podíamos hacer con esos gastos, gracias a Dios lo solucionó y se hizo cargo de los gastos del SPR.

CEVICHE DE PATO

En otra ocasión en una ceremonia muy importante, un alto mando le ofreció al presidente prepararle ceviche de pato, indicándole que era el mejor ceviche que probaría en su vida.

Llegó un fin de semana y el presidente nos avisó que iría junto a su familia a un lugar hermoso y tranquilo que le habían ofrecido, me indicó – llama al fulano del ceviche de pato y dile que este fin de semana visitaré el lugar con mi familia, y me gustaría probar lo que me ofreció -. Entonces así lo hice, todo quedó listo para el gran día, normalmente siempre que el jefe salía a un evento especial y familiar tenía que llevar a los mayordomos del Despacho Presidencial, todo esto para la atención personalizada del señor presidente.

Una vez en el lugar, esperaban el tan famoso ceviche de pato que nunca llegó, ¿y qué había pasado entonces? El famoso ceviche de pato si había llegado, pero nunca dijeron que era el ceviche para el lagarto, y como había otra comida entre parrillada y otros, el señor Presidente alias lagarto, procedió almorzar.

El ceviche de pato se lo habían comido los mayordomos pensando que era la comida que les habían enviado a ellos; lógicamente era una comida muy pero muy especial (risas…)

Así terminó el ceviche de pato. Luego al retirarse, me llamó y me dijo con voz muy exaltada: ¡Karem! ¡nunca llegó el ceviche de pato! … Le dije muy asombrada, indagaré para ver que pasó SPR. Ya indagando descubrí que quienes se habían comido el ceviche de pato, eran los hombres más felices del mundo, y comieron hasta saciarse, y todavía contaron que salieron con la fuente del ceviche bien limpia delante del Presidente.

En ese momento empezamos a reír muchísimo, y como siempre toda la culpa caía sobre mí, me gritó peor que hija, pero ya que podía hacer, solo escucharlo y decirle que todo había sido un mal entendido, pero nunca escuchaba razones.

Estos hechos nos muestran la otra cara de quien pretende ser una persona honorable ante el país; pero en la privacidad se muestra tal y como como es, un simple vanidoso y aprovechado oportunista.

Los beneficios del poder siempre lo han cautivado, y para volver a tener ese poder sería capaz de hacer cualquier cosa, por más ridícula que esta sea como mostrarse al lado de su mascota, un lagarto de peluche en su transmisión vía Facebook.

“La verdad por más incómoda que sea, se va abriendo camino” …hasta la próxima semana.

Análisis & Opinión