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22 noviembre, 2024 4:12 pm

¡En torno a la economía, la política y la educación! (I)

“Si la libertad significa algo, será sobre todo el derecho a decirle a la gente aquello que no quieren oír” – George Orwell.

POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ    

Oswaldo del Rivero escribió en 1967, como miembro de la delegación peruana en la ronda de negociaciones denominada Kennedy del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que el Perú jugó en aquella ocasión un papel importante debido a que era uno de los principales productores mundiales de cobre, plata, plomo, zinc, molibdeno, harina de pescado, algodón, azúcar, etcétera, gracias a los cuales obtuvo concesiones arancelarias importantes sin tener que dar mucho en cambio gracias a que todas ellas eran productos muy importantes para los países desarrollados.

Dos décadas después, volvió a participar en otra reunión GATT esta vez ya como jefe de la delegación peruana en Uruguay, donde pudo constatar que a pesar del tiempo transcurrido nuestro país continuaba exportando lo mismo, sin haber conseguido dar mayor valor agregado a sus exportaciones, como tampoco mejorar los servicios e infraestructura comercial, aparte de no tener ninguna patente o tecnología aprobada internacionalmente. Consecuencia: quedamos prácticamente marginados en las negociaciones.

Asimismo, resalta que percibió ciertos signos negativos que comenzaban a afectar a la economía venezolana, la cual en los años 70 recibió la asombrosa suma de 250 mil millones de dólares americanos, que permitieron que al finalizar esa década la patria de Bolívar tuviese un ingreso per cápita similar al de España…pero en tanto los ibéricos a pesar de varias crisis continuaron creciendo y dándole mayor valor agregado a sus productos entre los que se encuentra el turismo, todo lo contrario ocurría con Venezuela que hoy está muy lejos económicamente e institucionalmente de España, afrontando además de un descalabro económico e institucional, un constante malestar político que ha traído consigo desesperanza propiciando  la migración de miles de venezolanos a diversos países del mundo y América Latina.

Espejo en el cual deberíamos contemplarnos, porque los recursos minerales no son eternos y el mañana está muy cerca y si continuamos sin invertir adecuadamente y sin propiciar un recurso más equitativo de las ganancias, nuestro futuro puede ser más funesto que el de ciertos países mono productores que son inviables, sin olvidar que pareciera ser que la corrupción está en el ADN de los peruanos, si recordamos,  –por citar algunos evidentes signos de podredumbre tanto del ayer como de las últimas décadas–, el Contrato Dreyfus, el Contrato Grace y más recientes como los negociados de Odebrecht, los gatos encerrados en las concesiones mineras, portuarias, aéreas, etcétera, todas las cuales acompañadas además por obras sin justificación económica y técnica como la irrigación de las Lomas de Ilo –hay que decirlo en voz alta–, contaron y cuentan con el respaldo bien por indiferencia, interés o ignorancia de nuestros autistas grupos sociales, periodísticos y políticos que en lugar de ser celosos guardianes de la moral y los recursos de la región, optan por el silencio, pensando que “alguito” les va a caer.

¿Dónde están los colegios profesionales, los partidos o movimientos políticos, aparte de otras instituciones que se suponen cautelan el uso adecuado de los recursos públicos?  ¿Y, sobre todo, dónde está la juventud?…

Esa juventud que es vital para salir de la encrucijada en que se encuentra nuestro país, impulsando un cambio en la orientación de nuestras políticas de desarrollo, las cuales deben girar fundamentalmente sobre brindar una educación de calidad que privilegie la información y la investigación, ahora que la tecnología amenaza con desplazar al ser humano y las grandes empresas privadas a los estados nacionales.

¡Hay que cambiar el rumbo!

No podemos seguir permitiendo que los recursos económicos que devienen de la explotación de nuestros recursos naturales beneficien en su mayor parte a los dueños de las grandes empresas, que deben ganar, pero no en los extremos actuales.

Asimismo, debemos dejar de lado los dogmatismos, sobre todo tanto los del denominado izquierdismo, como de la economía neoliberal que se asemejan por tener una concepción mercantilista de la historia y la sociedad: el producir más, más y más, sin considerar en demasía el medio ambiente y las diferencias abismales entre quienes tienen acceso pleno a la modernidad y la riqueza y aquellos otros que tienen poco o nada. Intentemos construir un espacio económico que incluya a todos.

No se trata de producir más y más y seguir atados a un modelo económico que beneficia fundamentalmente a las grandes potencias y sus tiburones empresariales. Se trata de humanizar la economía, propiciando educación de calidad y no lo que hay en la actualidad. Se trata de diseñar una verdadera descentralización política, económica y cultural procurando, además, la utilización racional tanto de los recursos económicos como los humanos en programas que sean útiles que nos hagan más justos y libres.

Análisis & Opinión