Por: Arnulfo Benavente Díaz     

El doctor Armando Barreda Delgado, ex catedrático de la UNSA, menciona en su libro “La Palabra Como Factor Terapéutico” lo siguiente: “La palabra en virtud de toda la vida pasada del hombre adulto está relacionada con todos los estímulos externos e internos que llegan a los hemisferios cerebrales, sustituyéndola y señalizándolos a todos, es por esto que puede provocar las mismas acciones y reacciones del organismo que determinan aquellos estímulos”.

La neurociencia sostiene que las palabras negativas, yatrógenas, libera cortisol, la hormona del estrés en la persona que recibe. Es diferente las palabras positivas que llevan esperanza, bienestar y alegría.

En realidad, las palabras y la música forman alienación musical, porque todos los géneros musicales tienen contenidos ideológicos políticos, religiosos, filosóficos y románticos. Influyen en los pensamientos, emociones y hechos, representan una cultura, una moral, una tradición, una costumbre occidental o asiática.

La persuasión viene a través de la letra de las canciones y se graba en la memoria de todos los oyentes. Existen baterías de temas favoritos como el rock que representa al liberalismo y neoliberalismo.

El tango es una melodía machista y denuncia la corrupción como el clásico “Cambalache Siglo XX”.

Las cumbias, salsas, rancheras y hip hop fomentan la protesta política, la lujuria y el turismo nacional.

Las baladas y boleros son portadores de declaraciones de amor y desamores.

Varias de las producciones musicales del orbe proclaman sus tesis políticas, religiosas, ateas, agnósticas.

Asimismo, la música como el arte, contiene múltiples fines: estimula los sentidos, mejora la capacidad de comunicación, calma la ansiedad y aumenta la creatividad.