POR: IVÁN ARENAS RAMÍREZ
El mundo pronto duplicará su consumo de cobre, no obstante que el Gobierno de Pedro Castillo devastó la confianza para las inversiones privadas en la minería moderna, el Perú aún tiene una enorme posibilidad y oportunidad para convertir a este sector, especialmente la producción de cobre, en el puntal de su economía. De acuerdo a especialistas el mundo tendrá una demanda anual de alrededor de 60 millones de toneladas de cobre. Hoy la demanda ronda los 30 millones de toneladas.
La guerra en Europa ha empujado la ejecución rápida de energías alternativas para evitar así la dependencia del gas ruso. Asimismo, la política mundial de carbón cero al 2050 –al margen de que el objetivo pueda o no lograrse– empuja al cambio acelerado de las energías fósiles por energías renovables. Por ejemplo, automóviles eléctricos en lugar de los tradicionales que usan gasolina. Y esos autos eléctricos demandan mucho más cobre y litio para su fabricación.
En este escenario el Perú no puede perder la enorme oportunidad alrededor del mineral rojo. Si bien hoy no hay un sustituto al cobre que pueda generar alarmas inmediatas, el principal problema es la viabilidad social y política alrededor de las industrias extractivas, y con ello también la superestructura creada y difundida por grupos altamente ideologizados contra el sector
El Perú tiene una cartera de más de US$ 50,000 millones en casi 60 proyectos mineros, de los cuales el 65% son cupríferos. Además de eso, aporta el 13% de la producción mundial de cobre que en toneladas serían 2.5 millones. Pero el Perú puede producir más cobre, y en los próximos años duplicar su actual producción, con 5 millones de toneladas, o incluso superar esa cifra.
Chile produce casi el 27% del cobre mundial y es, por tanto, el primer país productor. Sin embargo, nuestro vecino sureño tiene enormes desafíos por resolver; entre ellos un Gobierno de izquierda que –al contrario del de Allende– pretende poner límites a su producción, además de querer imponer una nueva perspectiva fiscal sobre las regalías y la tributación. Chile también tiene problemas con el suministro de agua, la disminución de las leyes de sus minerales y tasas insuficientes de reinversión.
Si bien el Perú en los últimos meses del gobierno de Pedro Castillo se dedicó a espantar las inversiones, tiene ventajas comparativas y competitivas con respecto a otros países, incluido Chile. Aquí la energía es más barata, la mano de obra altamente productiva y la disponibilidad de agua es abundante. Pero como dijimos líneas arriba, aquí la institucionalidad es un factor altamente negativo: en general un proyecto minero necesita 400 permisos, amén de enfrentar a este sector pequeño, pero altamente ideologizado.
¿Perú puede alcanzar o superar a Chile en los próximos 30 años? Es difícil decirlo. Quizá lo que podamos es hacer esfuerzos, iniciativas en conjunto en materia ambiental, normativa y de gestión. Con una colaboración estratégica podremos convertir, ambos países, la renta natural de la minería moderna en una palanca de desarrollo en la región sur peruana y norte chilena.