POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEM)
En lo que va del año el combustible se ha elevado en promedio en más de 7 soles por galón y por supuesto que es factor de elevación de los precios de los alimentos, servicios.
El incremento de los precios es uno de los más altos ocurrido en últimos cuarenta años y todo indica que seguirán elevándose porque el Perú solo produce el 20 del total de combustible consumido, el 80% restante proviene del mercado internacional. Es decir, las posibilidades de regular los precios son casi imposibles porque la suba proviene del extranjero en donde un barril de petróleo está en los 120 dólares el barril.
Ante este escenario alarmante para la economía popular y de los empresarios, el gobierno nacional ha anunciado la utilización del Fondo de estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC) y el Fondo de Inclusión Energético (FISE) y la entrega de un nuevo bono a las familias más vulnerables.
Sobre los dos primeros dudamos de su efecto, frenar la suba de los precios es casi nula dada la experiencia de su aplicación. Recordemos que ya antes se aplicó al Gas Licuado del Petróleo (GLP) y su efecto fue lento y muy endeble. Sucedió tal fenómeno porque según la Constitución política los precios lo deciden el mercado, el libre juego de la oferta y la demanda supuestamente, lo evidente es que los monopolios y oligopolios existentes en el mercado de los combustibles acaparan toda la cadena desde la producción, pasando por los intermediarios hasta llegar a los consumidores con los mismos precios elevados.
El Estado no puede intervenir en vigilar que la reducción del Impuestos selectivo al Consumo (ISC) y los fondos otorgados reduzcan los precios de la gasolina de 84, 90, 95, el Diesel y todos los derivados del petróleo.
En seis meses los precios de los combustibles han batido récord de incremento. El Diesel de 95 de S/. 15.78 en enero paso a S/. 17.28 en junio. En el mismo semestre la gasolina de 90 octanos que costaba en enero S/ 16.21 se elevó a 21.27 soles del galón en el mes de junio. Lo mismo ocurrió con la gasolina de 95 entre enero a junio se elevó de S/. 17.06 a S/. 24.10, lo que represento más del 40% de incremento en la primera mitad del año (Véase gráfico).
Agreguemos que un derivado importante del petróleo muy utilizado por los hogares y algunos vehículos es el Gas Licuado del Petróleo (GLP) que es insumo de los balones de 10 kilos de gas domiciliario y vehicular también elevan sus precios y actualmente están nuevamente por encima de los 60 soles el balón de gas.
De esta manera hoy pagamos las consecuencias de nuestra dependencia de la importación de petróleo, como siempre en los momentos dramáticos nos lamentamos que no hayamos tenido una política más agresiva de explorar nuevos yacimientos petrolíferos en el zócalo marino, en la selva peruano y algunos llanos desérticos.
Los gobiernos no lograron atraer la inversión pública y privada para esta actividad y se abocaron a tratar de privatizar Petro Perú y hostilizar la construcción de la Refinaría de Talara favoreciendo la exclusividad de la Refinería de la Pampilla.
De otro lado la masificación del gas de Camisea, Ucayali y el norte peruano con el gas natural que no se concretó, sobre todo en sur peruano, por la corrupción descubierta con Odebrecht y autoridades del Estado quebraron la construcción del Gasoducto Sur Peruano (GSP). Si se hubiera realizado no estaríamos dependiendo de los vaivenes del precio internacional del petróleo pues los hogares tendrían gas de 20 soles en promedio en su domicilio y los vehículos se abastecerían de este insumo y no de gasolina y el GLP.
La palabra “hubiera” es muy aplicada en nuestra vida política, económica, social y ambiental y trasluce la incompetencia en la toma de decisiones: si hubiera ganado Perú a Australia estaríamos en el Mundial, si hubiéramos elegido a otra mayoría congresal y un buen presidente tendríamos garantizada una buena gobernabilidad, si los ciudadanos nos hubiéramos vacunado al 100% ya estaríamos en la recuperación económica, si hubiéramos construido una planta de fertilizantes como Bolivia no sufríamos de los efectos de la guerra Rusia – Ucrania y así la palabra “hubiéremos” nos demuestra que no tomamos decisiones correctas en su momento y cuando ocurre el sismo o terremoto nos llegan los arrepentimientos.
Muy tarde ya para las lamentaciones, ahora exijamos un plan de emergencia, exijamos a los políticos aportar soluciones urgentes y dejar de estar socavándose entre ellos, exijamos la masificación del gas del cual se dice mucho y poco se aporta.
Recordemos que el gas provendría del lote 88 en Camisea que no depende del precio internacional sino de los costos internos de producción y algo de la inflación.