POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ
Al iniciar esta nota, a la vez que preciso una vez más que no soy enemigo de la Southern y que reconozco que tanto para bien como para mal, viene influyendo en el desarrollo de Moquegua desde la década de los años cincuenta, en que se inició la construcción de diversas infraestructuras para la explotación de la mina de Toquepala, la que trajo además que casi toda la región estuviera y esté aún concesionada a la SPCC, lo que me permitió, allá por los años 80, –en mi condición en aquel entonces de presidente de la asociación de vivienda de los trabajadores de Minero Perú –, conseguí una cita con Frank Archibald, equivalente hoy –en cierta forma–, a González Rocha, para conversar respecto a la posibilidad que la SPCC nos cediera los terrenos que en la actualidad ocupa Ciudad Jardín.
Recuerdo como si fuera ayer a Frank Archibald diciéndome socarronamente: “Bueno señor Caro, deme un argumento final para convencernos que le cedamos los terrenos que solicitan…”, ante lo que dije: señor Archibald, como usted ya habrá podido apreciar nosotros somos también miembros de la familia minera y además seremos buenos vecinos que no los molestaran por servicios elementales como por ejemplo el agua, la energía eléctrica, etc., en tanto que tarde o temprano esos terrenos, podrían ser invadidos…Ante ello, don Frank esbozó una amplia sonrisa y tan solo dijo: “¡Cuenten ustedes con dichos terrenos…!”, los cuales nos fueron cedidos sin costo alguno por parte de la SPCC. (Cabe mencionar que, gracias al apoyo de Humberto Mogollón, Demetrio Patsías y Diógenes Uceda, gerentes en diversos momentos de la Refinería se pudo conseguir los permisos y licencias del caso ante diversas instancias públicas, hecho que hasta el día de hoy no han sido reconocidos por las siguientes directivas que sucedieron a la que presidí).
Y si cuento esta anécdota, es para rescatar un aspecto o característica singular que creo que es vital en las relaciones humanas tanto personales como singulares: el poder del diálogo y la humildad, el saber escuchar y el ceñirse a la verdad, elementos esenciales para construir un clima de confianza, sin el cual no es posible lograr tanto un presente como un futuro armonioso, tal y como lo señala el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “la confianza dentro de las organizaciones del sector privado y público es esencial para la colaboración y la innovación”.
Y en tal sentido, permítame decirle con todo el respeto y admiración que me merece su persona, al contemplar que a pesar de los años vividos y los problemas propios de su edad, en tanto que muchos de su generación están gozando del retiro y la paz del hogar, usted permanece al mando de su empresa, pero sin poder evitar que la misma no logre tener la confianza de las mayorías, por hechos como: No cumplir con el pago de las acciones que se adeudan a un grupo de trabajadores, a pesar que éstos han ganado en todas las instancias legales, refugiándose en triquiñuelas legales, fáciles de solucionar si hubiese realmente voluntad de pago.
Recurrir a medias verdades, para intentar influir en la opinión pública respecto a la actitud asumida –que particularmente rechazo –, por un grupo de comuneros de Tumilaca, Pocata, Coscore y Tala. Pero aquí cabe hacer algunas preguntas: ¿Tiene su empresa algún tipo de seguro que cubra eventualidades ajenas a la voluntad empresarial como las que se vienen presentando? ¿Cuándo se calculan y en qué fecha se pagan los impuestos a la renta, de los cuales salen el canon minero? ¿Los contratos de compra-venta de cobre con cuanta antelación se hacen? ¿Influyen las inversiones que hace SPCC en otras minas del país en los montos de los impuestos a recaudar y por consiguiente también en el canon futuro? ¿Por qué no se hacen contabilidades separadas por unidades operativas tal y como se señala en el Convenio de Cuajone? ¿No podrían, –al no ser el cobre un producto perecible–, acumular concentrados para después fundirlos, aparte de los que se exportan como tales, recordando además que la concentradora de Toquepala ha aumentado sustancialmente su producción sin que la fundición haya aumentado su capacidad en la misma proporción? ¿Qué cantidad de metros cúbicos proveniente de los pozos y de la laguna Suches se dedica al consumo humano en Cuajone y cuánto a la explotación cuprífera?
¿Y en cuanto a las ganancias de la SPCC, a margen de los miles de millones de dólares, su rentabilidad neta anual a cuánto asciende, sobre todo comparándola con la tasa establecida por la FED en EE.UU.?
¿Cuándo se podrán de acuerdo con el Proyecto Especial Pasto Grande, respecto a la ocupación indebida de la Quebrada Pasto Grande, lugar donde se depositan los relaves y que es motivo de un juicio que duerme el sueño de los justos? ¿Podrá ponerse SPCC de acuerdo con Minera Quellaveco para que le brinde servicios ferroviarios a la mina de Anglo American, ganando todos, incluyendo sobre todo al país y al bien común regional?
Y podría citar muchos otros, –llamémoslos–, desencuentros, pero como sospecho que le dirán que no soy ninguna autoridad y que no represento a nadie y que lo mejor es no darse por enterados, contando para ello con el silencio cómplice de otros medios, instituciones y autoridades …tan solo traigo a colación lo que viene sucediendo en Chile, que tarde o temprano se reflejará en nuestro país, lo que es preocupante porque es claro que en el Perú el estado es un mal administrador, pero ello no implica que la propiedad, concesión o administración sea 100% privada, recordando a Benito Juárez, diciendo que “el respeto al derecho ajeno es la paz”.