POR: JULIO FAILOC RIVAS
El desgobierno de Pedro Castillo, siempre en vilo, se ha soportado gracias a la mediocridad de los que desconocieron su elección y le hicieron un cargamontón incluso desde mucho antes de que asumiera la presidencia. Pusieron en marcha la operación demolición que al parecer empezó a funcionar solo cuando el mismísimo presidente empezó a petardearse con sus malas decisiones, una peor que la otra. Ahora la derecha y los medios de comunicación concentrados, alineados bajo un mismo objetivo pusieron en marcha la operación “Renuncia ya”, que terminó siendo, como todo lo que hacen en un intento fallido.
Hagamos un rápido balance de la situación política: A casi siete meses de iniciada la gestión podemos constatar que estamos atrapados entre un ejecutivo y un legislativo profundamente mediocre. Una clase política con una derecha y una izquierda mediocre, medios de comunicación mediocres, instituciones mediocres, analistas políticos y constitucionalistas sastres que hacen conclusiones a la medida de los medios de comunicación concentrados, que a punta de torpezas mantienen a un gobierno que se viene cayendo solo desde hace rato.
Castillo no garantiza ninguna reforma para el país, está rodeado de gente más mediocre que él, que lo han encapsulado y colocado en una burbuja que lo mantiene adormecido, este núcleo de su entorno mediocre no tiene ninguna capacidad de gestión y ha venido bloqueando las relaciones del presidente con sus ministros, colocándole agendas paralelas, tal como lo han declarado Mirtha Vásquez y Avelino Guillén en su momento. El gobierno está a la deriva sin puerto a donde llegar, y lo que es peor se ha alejado de las aspiraciones de la gente que votó por él.
Lo de la vacancia es un cuento. No esperemos que el congreso vaque a Castillo, porque no lo van a hacer, no mientras comprometan la estabilidad económica de sus integrantes, no lo harán nada mientras pongan en riesgo su curul parlamentaria. Están intentando hacer reformas para mandar a su casa a Castillo –como por ejemplo ampliar las causales para la acusación constitucional– y son tan mediocres que no se han dado cuenta de que estas reformas no son retroactivas y no le alcanzarían a Castillo por más que digan lo contrario los constitucionalistas sastres.
No perdamos de vista que la derecha tiene el control del Estado y desde hace rato controlan la vida política del país y allí las fuerzas progresistas le está haciendo un caro favor poniéndose a la cola de la renuncia presidencial. La derecha en este momento controla el Congreso de la República, la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Constitucional, los medios de comunicación concentrados, las instituciones de los grandes empresarios, y están al asecho para controlar el ejecutivo para seguir manejando el poder, como siempre lo han hecho, en función de sus intereses. Sometieron a Ollanta Humala con la Hoja de Ruta y con Pedro Castillo no lo han necesitado, porque solito se ha sometido por una necesidad de sobrevivencia.
No se trata del presidente Castillo sino de la defensa de la democracia. Un precedente como este debilita la voluntad popular y la pone a merced de los que colocan presidentes a su medida. La apuesta de los demócratas no debe pasar por suspender el mandato presidencial, por el contrario, hay que plantear la Concertación Nacional de Emergencia sobre la base de una agenda mínima que lleve a bloquear cualquier desviación autoritaria o intento golpista.
Un escenario que no debemos descartar –frente a los errores y enfrentamiento del ejecutivo y legislativo – es el desencadenamiento de una movilización social con la consigna “que se vayan todos” con la consiguiente exigencia a la convocatoria a nuevas elecciones generales.
No son casuales los besos y abrazos, los acuerdos bajo la mesa entre la derecha y la izquierda extrema ante la posibilidad de un desborde popular exigiendo “que se vayan todos” y hasta la propia confesión de Vladimir Cerrón de que prefiere aliarse con la derecha que gobernar con los caviares por considerarlos fuerzas contrarrevolucionarias.
Los puentes que se han establecido entre la derecha en sus tres versiones del fujimorismo, la Alva y el sector de Vladimir Cerrón es una alianza de sobrevivencia cuyo mensaje es “nos quedamos todos, pero sin los caviares”. Es decir “¡yo no te vaco… tu no me disuelves!”