POR: SOLEDAD ORCOAPAZA LUQUE
Son excluidos los pobres que quedan fuera de la sociedad. Son excluidos de las necesidades mínimas de la comida, la salud, la educación y la justicia. Y estos hombres y mujeres que diariamente son echados afuera, como de la borda de un barco en el océano, son la inmensa mayoría.
Te fuiste, ya te dijimos adiós 2021. Y vaya que dejaste huellas, algunas dolorosas y otras, un tanto alegres. Es inevitable recordar cómo inició ese año. Los primeros días del enero que se fue, el Covid me alcanzó y me llevó al hospital, mi cuerpo no resistía esas altísimas fiebres, ardía a gran temperatura, era como estar bajo las brasas de fuego encendidas.
Mientras me administraban oxígeno y pinchaban mis brazos para colocar el suero y las medicinas, vi desfilar con tristeza a gente humilde. Victoria era una de ellas, fue mi compañera de habitación durante una semana. Como si se tratase de una antigua amiga, me contó sus más duros avatares, la forma en la que sacó adelante a sus hijos aun cuando nunca pisó la escuela, cómo construyó su casita trabajando desde la madrugada y el valor con el que se armó para poner punto final a un matrimonio que dejó hondas cicatrices.
Ella era de esa generación que sin estudios educó a sus hijos, la que, a pesar de la falta de todo, nunca permitió que faltara lo indispensable en el hogar. Y escribo era, porque ya no está entre nosotros. El virus la atacó silenciosamente y su frágil cuerpo no pudo resistir, llegó al nosocomio cuando el 70% de sus pulmones ya estaban afectados. El maldito virus apagó muchas vidas, incluyendo la de valiosos compañeros de lucha, personas entrañables. Lanzo abrazos al cielo por cada uno de ustedes.
Me dieron de alta y guardé cuarentena varias semanas, la rompí cuando nos enteramos que en la Yarada-Los Palos realizaban las excavaciones en un pozo en el que, finalmente, hallaron el cuerpo de Judith Machaca, a la que su familia buscaba incansablemente. Tras varias marchas, plantones y vigilias bajo la incesante lluvia, el inclemente sol y el acoso de los policías, la verdad se abría paso. El cuerpo de Noemí Escobar también fue encontrado. Un asesino, una red de trata, toda una mafia. Telarañas de mentiras y encubrimientos que hasta hoy siguen ¡Justicia, justicia, que lejos estas de los más pobres!
No pasó mucho tiempo y otra noticia me golpeó. Las investigaciones del Ministerio Público en mi contra por haber apoyado a los padres del entonces desaparecido soldado Wilber Carcausto, continuaron. El caso fue declarado “complejo” y ampliaron los plazos para las indagaciones, las citaciones llegaban a casa y con eso se hilaba una mayor indignación. El denunciante era nada más y nada menos que el Ejército. Un juicio oral era lo que me esperaba, según varios abogados.
A raíz de esa denuncia que buscaba criminalizar la protesta social, floreció la solidaridad, hubo muchos gestos de apoyo que agradeceré eternamente. Como diría Sábato, en esta vida no todo es miserable y sucio, también hay seres empecinados en luchar contra las injusticias, capaces de ponerse en la piel del otro.
Llegó la segunda vuelta y, con ello, un inminente peligro, el del retorno de la mafia fujimorista. Cientos de provincianos de diversas partes del país viajamos a Lima para hacer vigilias frente al Jurado Nacional de Elecciones, en defensa no de personas, sino del voto popular, del voto rural, del voto de los que venimos de abajo.
Algo superior unía todas esas almas que participaban en esas jornadas nocturnas y multitudinarias marchas: la esperanza de cambiarlo todo. ¡Y cómo no hacerlo si el único milagro de este sistema ha sido el de concentrar la riqueza en pocas manos! La mayor parte del planeta muere de hambre en lo más sórdido del desamparo. La mayor desigualdad de riqueza la tiene América Latina, Perú está entre los que registran las más grandes brechas de desigualdad, esta no cae como maná del cielo, como señala Piketty, es una construcción social e histórica.
Son excluidos los pobres que quedan fuera de la sociedad. Son excluidos de las necesidades mínimas de la comida, la salud, la educación y la justicia. Y estos hombres y mujeres que diariamente son echados afuera, como de la borda de un barco en el océano, son la inmensa mayoría.
Fueron largas semanas de lucha constante porque nos alumbraba la convicción de que estábamos del lado correcto de la historia. Tras la proclamación del profesor Pedro Castillo, otras tareas demandaban nuestros esfuerzos: la construcción de un espacio que pueda aglutinar a las fuerzas del pueblo para enfrentar las arremetidas de la derecha y los grupos de poder económico. Así, por ejemplo, en medio de la crisis nació el Frente Nacional por la Democracia.
Ese fue el motivo por el que estuve varios meses en Lima, la militancia. Aunque no faltó quien dejara correr el rumor de que me había entornillado en algún cargo con el que me llenaba de plata los bolsillos. Bueno pues, nada más falso. Lo único que he acumulado ha sido aprendizaje, experiencias, victorias, pero también decepciones.
¿Qué hacer? seguir caminando, y en el trayecto “ayudar al que lo necesita, porque eso no sólo es parte del deber, sino de la felicidad», es una frase del gran José Martí y hoy la hago mía. Cumpliré mi deber para conquistar la felicidad. Si algo pido para este 2022 es que la vida me libre de los que pretenden afligirnos y que me preserve de los oportunistas, de los que arrastran la patria por buscar lo que les conviene. Nos vemos en un buen tiempo, mis amigos y compañeras, voy a volver a mis raíces. Tarea necesaria.