18.5 C
Moquegua
19.1 C
Ilo
2.7 C
Omate
15.1 C
Arequipa
17.8 C
Mollendo
23 noviembre, 2024 4:03 am

Apelando a la razón democrática

Los demócratas de ayer hoy convertidos en “dinamiteros” de sus propios principios; y es que la democracia de unos, solo vale para todos, lo demás no existe.

POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS      

Nuestra reciente historia política se escribe a ritmos intensos, el último miércoles el ex candidato presidencial Alfredo Barnechea participando de una manifestación pública para respaldar a un grupo de altos oficiales militares retirados -el Ministerio Público dispuso sobre ellos investigación preliminar, por supuestos delitos de sedición, rebelión y conspiración-, quienes se dirigieron a los Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas y al Comando Conjunto cuestionando al Jurado Nacional de Elecciones, sugiriendo “cumplir de manera confiable y transparente su mandato constitucional”; es decir, desconocer los resultados electorales y actuar al margen de la Constitución. Reaccionando ipso facto y como corresponde, el presidente Francisco Sagasti: «Rechazo este tipo de comunicaciones que son contrarias a los valores y a la institucionalidad democrática, sino que también son actos reñidos con la Constitución y las leyes».

Pero, que dijo Barnechea, en su alocución: “Esta pelea no termina con la proclamación del Jurado; ese Jurado es uno espurio y con su proclamación no termina la pelea. ¡No vamos a aceptar a un presidente nulo!, Vamos a pelear y no vamos a reconocer el fraude”, “La pelea no termina con la proclamación del Jurado y vamos a un gran gobierno de transición nacional para hacer unas nuevas elecciones generales, limpias y sin fraude, porque el Perú no se va a rendir ante el comunismo ni el terrorismo”, invocando a una alianza estratégica, entre militares y sociedad civil.

Esta voz elevada, no es aislada, propia de una campaña sistemática, profundizar una crisis, deslegitimar instituciones, acudir a una persistente campaña de desinformación, construir cargos contra funcionarios electorales, alimentar desencuentros, polarizar a los ciudadanos, poner al límite nuestra institucionalidad y sin decirlo, el mensaje es claro, tocan la puerta de los cuarteles, a la vieja usanza, induciendo al quebrantamiento del orden constitucional. Los demócratas de ayer hoy convertidos en “dinamiteros” de sus propios principios; y es que la democracia de unos, solo vale para todos, lo demás no existe.

Hace algunas décadas, se compartieron algunas vicisitudes similares a las de estos tiempos. En las elecciones de 1962, el candidato del Partido Aprista Peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre, obtuvo el 33% de los sufragios; luego Fernando Belaúnde Terry de Acción Popular, con el 32%; y Manuel Apolinario Odría, con el 28%.

Haya de la Torre estuvo muy cerca del tercio electoral que la Constitución de 1933 exigía para proclamar presidente, al no lograrlo decidía el Congreso. Fernando Belaúnde y su agrupación, alegaba fraude en su contra. Sin embargo, el “veto militar” contra Haya de la Torre, devino en el primer golpe de Estado de carácter institucional; organizando un año después, nuevas elecciones.

Hoy en día, las Fuerzas Armada tienen una posición institucionalista, de apego al orden constitucional, bien definida y asumida su limitación constitucional de no ser deliberantes, permanentemente articulan -como corresponde- con las autoridades civiles; su rol protagónico en la contención de la pandemia, es la mayor evidencia de su accionar solidario, participativo y de involucramiento social. No obstante, hay circunstancias exógenas que perfilan de manera diferente su rol de antaño.

No son tiempos de guerra fría, ni imposiciones. EEUU, paso por un contexto parecido al nuestro en las elecciones de noviembre pasado, con Donald Trump; por ello la administración Biden -descontado que informada- no tardó en pronunciarse validando el proceso electoral peruano y confiando en nuestro sistema electoral. La comunidad internacional, especialmente la Unión Europea, Reino Unido, Canadá, dieron un mensaje similar. El dúo Fujimori-Montesinos, le hizo mucho daño a nuestras Fuerzas Armadas, por los graves hechos de corrupción, de los que gradualmente viene removiéndose, recuperando la confianza ciudadana.

De la estrategia del “terrorismo, comunismo”, de campaña; se pasó a la acusación de fraude y desautorización al JNE; y al encontrar solidez en el sistema electoral, se ingresa a un terreno peligroso, atrevido, y al todo por el todo, sin dudarlo, invocar acción in extremis de las instituciones militares.

Actitud cobarde, desde una perspectiva democrática, denotando oportunismo en los valores democráticos, se los impugna so pretexto de su defensa. Ya decía Santo Tomás de Aquino, no por defender la ley vamos a perder su esencia, que es la justicia; no por defender la democracia, vamos a afectar los principios en los que se sostiene que son la libertad, la igualdad, la justicia, la pluralidad.

Análisis & Opinión