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22 noviembre, 2024 6:19 pm

La decadencia de la política (III)

… Es difícil que uno u otro [Keiko – Castillo] se hayan arrebatado intenciones de votos, porque más que ideas o propuestas, se esbozan o tienen más peso los miedos y protestas bajo el marco de la pandemia, que creo que va a ser decisiva.

POR. CÉSAR CARO JIMÉNEZ     

Tras el “debate” entre los dos candidatos que merced a la injusticia, el miedo y la ignorancia, –en pensamiento del autor del Quijote–, están compitiendo por la presidencia de la república, no puedo dejar de recordar también a Borges recalcando que para él “la democracia es una superstición, basada en la estadística. Toda la gente no entiende de política, como no podemos entender todos de retórica, de psicología o de álgebra…”

Aspectos que este último sábado los hemos podido apreciar en toda su dimensión después del evento efectuado en la plaza principal de Chota, la capital del distrito y de la provincia del mismo nombre en el departamento de Cajamarca.

Y como era de esperar, cada cual ha tenido diferente óptica o enfoque en cuanto quién ha ganado el debate y el por qué, incluida mi persona. Pero antes de expresar mi opinión, permitan hacer un poco de historia.

Y recordar, que el primer debate político televisado ocurrió en 1960 en EE.UU. entre el entonces vicepresidente Richard Nixon en el gobierno del republicano Eisenhower y el candidato demócrata, el senador John F. Kennedy. Aquí cabe señalar que los que oyeron los debates en EE.UU., por radio dicen que Nixon había sido el vencedor.

Pero los que lo vieron por televisión la enorme diferencia entre el dominio de la cámara que mostró Kennedy, sumada a su elegancia y fotogenia, con la sombra en la que estaba convertido Nixon, que no gozaba de buena salud, sudaba y estaba todo el tiempo con el pañuelo sobre su cara. Además, el vicepresidente se había negado a que lo maquillaran y eso fue un error letal. Como consecuencia de ello, hasta 1976 ningún candidato en Norteamérica quiso participar en otro debate.

En el caso peruano, el primer debate en la televisión –en blanco y negro—en aquel entonces (1963) fue por la alcaldía de Lima entre Jorge Grieve, apoyado por el Apra y el odriismo, y Luis Bedoya Reyes, respaldado por Acción Popular y el Partido Demócrata Cristiano. Y aquí cabe señalar, que aparte de lo que puedan exponer los contendores en cuanto a ideas y proyectos, generalmente lo determinante son los gestos, pullas, seguridad o hechos que marcan la diferencia o prevalencia de un candidato sobre otro.

Y aquí triunfo la sorna y rapidez metal de Bedoya que ya anteriormente había salido airoso cuando le quisieron endilgar el mote de tucán por su prominente perfil, ante lo cual criollamente replicó: “Si, tucán…tu candidato”.

Y posteriormente, durante el debate mismo, al reconocer Grieve que no había participado en ciertas reuniones de trabajo, rápidamente sufrió en embate verbal de Bedoya que le endilgo la chapa de “faltoncito”, la cual la persiguió negativamente durante todo el proceso electoral.  (Al respecto, cabe mencionar que en nuestros días un apodo, no muy feliz que digamos para el personaje político a quien se la colocaron, es la de lagarto).

Y como último ejemplo, de hechos o imágenes que pueden cambiar o variar la percepción del ganador o resultado final de un debate, fue lo que aconteció al final del evento entre Vargas Llosa y Fujimori, en el cual el segundo de los nombrados exhibió como muestra de las parcialización y campaña desleal respecto a su persona, la portada de un diario limeño que con grandes titulares señalaba que la polémica la había ganado el autor de “La ciudad y los perros”. ¡Fue determinante!

Pero volviendo a nuestros días y a lo ocurrido el sábado en la ciudad cajamarquina, a mi entender el encuentro político es una muestra más –por la mediocridad de las exposiciones–, de la decadencia que sufrimos desde hace varias décadas en lo relacionado a la calidad de nuestros gobernantes, tanto actuales como futuros, –con pocas excepciones–, a tal punto que podríamos exclamar por ello ¡pobre Perú!, pero con algo de esperanza en la medida que está calando en el sentir colectivo, la necesidad de un acuerdo nacional que permita rescatar o construir un estado no fallido e ineficaz tal como la pandemia nos lo demostrado trágicamente y quizás podamos ver como nuestra patria, –con el perdón de  César Vallejo–,  que su cadáver triste y emocionado se incorporará lentamente, abrazará a todos los hijos de esta tierra bendita y se echara a andar…

Y volviendo al encuentro, en mi percepción, ambos ganaron y ambos perdieron. Fujimori, porque mostró mejor dominio de los temas, pero dejó mucho que desear, aparte de que a decir de muchos “entendidos”, por su experiencia, mayores recursos y mejores cuadros, iba a “masacrar” al rival, pero ello no ocurrió y Castillo, con pocos recursos, poco dominio de escena y cuadros desconocidos salió en cierta forma airoso, aparte de haber tenido algunas pullas que compensaron en algo sus carencias.

En conclusión, creo que por ahora mayormente el actual escenario se mantendrá en cuanto intención o simpatías. Es difícil que uno u otro se hayan arrebatado intenciones de votos, porque más que ideas o propuestas, se esbozan o tienen más peso los miedos y protestas bajo el marco de la pandemia, que creo que va a ser decisiva.

Para Keiko en la medida que consiga que los sectores A y B, superen el miedo al COVID-19 en función al terror a las medidas “comunistas” de Castillo y acudan a votar y en el caso de este último, que las consecuencias de la pandemia para los sectores sociales C, D y E, en mostrar y sufrir el Estado fallido hagan que la misma sea o reemplace en cierta forma una “hoja de ruta”.

Pero cualquiera que sea el caso, los años venideros serán difíciles y nuestra decadencia política será cada día más álgida, en tanto no se ataque el problema por la raíz, algo que trataré en un próximo artículo.

Análisis & Opinión