POR DR. ENRIQUE AZOCAR PRADO
Hace 500 años, españoles, portugués e ingleses conquistaron cientos de pueblos ubicados en las Américas y las Antillas. Contaron con un aliado fundamental: los microbios.
Fueron superiores a los nativos americanos en armas y estrategia militar, pero su ventaja comparativa más importante fue su inmunidad frente a los gérmenes que trajeron desde Europa.
Fue la gripe, la viruela, el sarampión, entre otras enfermedades las responsables de millones de víctimas desde Alaska hasta la Patagonia.
A diferencia de nuestros ancestros, hoy los pueblos americanos contamos con dos armas defensivas frente a los gérmenes mortales: la ciencia y la vacuna.
Si no las usamos, estaríamos tan indefensos ante la muerte, como lo estuvieron mayas, aztecas, incas, tehuelches y cientos de otros pueblos americanos.
A diferencia de esa trágica época, hoy no sería el desconocimiento de la enfermedad lo que nos mataría, sino nuestros prejuicios ante la ciencia y nuestra obcecación frente a la vacuna.
500 años después nada hemos aprendido. Nada.