- Clasificados -

Después de la pandemia

POR: MAURICIO AGUIRRE CORVALÁN   

La segunda ola de la pandemia, lamentablemente, nos empieza a arrasar. El rápido incremento de contagios ha colocado la atención del país alrededor del drama de las familias que buscan con desesperación una cama UCI, de quienes se amanecen para conseguir un balón de oxígeno para un pariente grave, de los esfuerzos de los médicos por salvar vidas, y también de la otra cara de la moneda, los irresponsables que actúan como si no hubiese virus ni pandemia.

En medio de esta catástrofe sanitaria, la campaña electoral sigue su marcha. Y como era de esperarse, la urgencia de la pandemia está opacando otros temas que la propia Covid19 ha puesto en evidencia que son también urgente discutir, y conocer como los candidatos piensan enfrentarlos para poder construir un país viable en el mediano y largo plazo.

Se habla mucho de tener un mejor sistema de salud, de lograr una educación de calidad, de que las calles sean más seguras, que todos tengan acceso a los servicios básicos, como algo indispensable para empezar a tener una sociedad más justa e inclusiva. En suma, que el Estado sea capaz de atender, y bien, las necesidades básicas de todos los peruanos, en especial de los más vulnerables.

No es cuestión de decir que se va a destinar el 6 por ciento del PBI a la educación, ni de que se van a construir más hospitales, que se comprarán más patrulleros, y que todos los trabajadores de la salud tendrán un empleo estable y un sueldo justo. Se trata de tener una propuesta seria y concreta que logre hacer algo que hoy por hoy parece imposible en el Perú. Construir un Estado fuerte, ágil, eficiente y honesto, que mire hacia afuera para servir al ciudadano, y no como engordar hacia adentro.

El Estado pierde mucho dinero por la corrupción, por dejar de recaudar debido a su ineficiencia para recudir la informalidad y la elusión y evasión tributaria, pero a pesar de eso, tiene dinero. Lo más frustrante, sin embargo, es que es incapaz de gastar el poco dinero que le queda después de que muchos le hayan metido la mano al bolsillo de todos los peruanos. La desnudada precariedad del sistema de salud en esta pandemia es la mejor prueba. Eso sin mencionar el interminable proceso de la compra de tablets para que los chicos de lugares alejados puedan acceder al Aprendo en Casa.

Como hacer para que el Estado recaude más y que nadie se robe ni siquiera un sol es urgente. Pero tan o más importante es cómo hacer para que ese dinero se invierta de forma eficiente para que la mejora de la calidad de vida de la gente sea una realidad. Ese es el verdadero papel del Estado. Hacer que la gente viva mejor.

Para eso no necesitamos que el Estado se meta a empresario, tampoco necesitamos cambiar la Constitución, y menos que busque controlarlo todo. El Estado a lo suyo y la iniciativa privada a lo suyo. Eso sí, reglas iguales y claras para todos con sanciones que realmente se cumplan si alguien quiere pasarse de vivo.

La pandemia en algún momento pasará. Sus consecuencias serán duras y sobre todo tristes, pero pasará y tendremos que mirar hacia adelante. Y ese mirar hacia adelante tiene su punto crucial en las elecciones de abril.

Los candidatos están obligados a decirnos cuál es su plan, pero el de verdad, no el de los bailecitos y los videos que buscan llegar al “bobo” del votante. El Perú también está en una cama UCI, y es urgente conocer cuál será el tratamiento que los aspirantes a Palacio de Gobierno tienen preparado si ganan las elecciones.

Análisis & Opinión

ANÁLISIS Y OPINIÓN