POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS – ECONOMISTA DEL CEOP ILO
En las partituras musicales cuando los sonidos se hacen gradualmente intensos, que generalmente es la parte final de un concierto, se dice que la música esta in crescendo. La parábola de la economía informal es también in crescendo en nuestro país por efectos de la pandemia y las consecuencias de los sucesivos últimos gobiernos que optaron por el saqueo al Estado y el beneficio a los grupos económicos parasitarios la informalidad ha pasado de 70% promedio de la última década a más de esta cifra en el presente año que aún no termina.
La informalidad es una de las causas leitmotiv que no le ha permitido al programa de emergencia de Vizcarra sea resucitador y esperanzador para la reactivación económica. Un ejemplo notable es lo acontecido con los programas de Reactiva Perú y Fondo de Apoyo al empleo (FAE) que es un crédito a bajos intereses, largo periodo de gracia y dirigido a las empresas en general y Mypes en particular para permitirles la sobrevivencia.
Uno de los requisitos angulares era demostrar niveles de facturación en cierto periodo de tiempo y el porcentaje de los que lo tienen es bajo. La explicación es la alta informalidad en la que se desarrolla nuestras actividades comerciales, productivas y de servicio.
La informalidad es tan informal y real que incluso la definición de ella es compleja y diversa. La investigación “La informalidad laboral en el Perú” de la Universidad San Martin de Porras (USMP) de Marté Sánchez y Raquel Chafloque (2019) anotan a Waisgrais & Sarabia que separan la informalidad en dos grupos, la primera es tradicional y la segunda “moderna”.
La primera se origina en la pobreza, la debilidad empresarial y la desigualdad de la distribución del ingreso, los que están en este segmento buscan cualquier medio para sobrevivir.
La segunda, diría antes que moderna, escondida, porque aquí están los trabajadores asalariados e independientes no registrados que realizan las mismas actividades de los trabajadores formales y que sirven a empresas también formales. Entonces la informalidad no solo es la que vemos ambulatoriamente en el comercio y los servicios.
La otra está en la economía sumergida detrás de la formal. En el mismo texto se cita al primer autor sobre la informalidad, es el antropólogo Hart (1970) que informal es todo el segmento de personas que desarrollan una actividad económica de pequeña escala al margen de la regulación estatal y migran de un lugar a otro, en el caso nuestro del campo a la ciudad.
La lógica de estos conceptos cuestiona las definiciones que nos difunden los grandes medios masivos, el tema es más amplio, incluso para el Programa Regional de Empleo para América Latina y el Caribe (PREALC) indican que en la economía informal están las ocupaciones de bajas especializaciones, que tiene bajo capital, emprendimientos con reducidas rentabilidades y baja productividad, sumemos el autoempleo en las unidades familiares, las trabajadoras domésticas y también los profesionales y técnicos del día a día.
Bajo las anteriores premisas la informalidad, deducimos, ante la falta de información actualizada, que esta ha crecido y seguirá creciendo pues el primer trimestre febrero-marzo-abril la población ocupada en nuestro país ya comenzó a reducirse en 25% y el desempleo es de 9%.
La economía informal a decir de los funcionarios del MEF es de más del 70% de la Población Económicamente Activa (PEA) en el comienzo de la pandemia y en la actualidad están paralizados por que las personas tienen bajos ingresos y restringen sus compras a lo indispensable.
Adicionemos que ellos no son comprendidos en los créditos Reactiva Perú y FAE en su fase I y tampoco en su fase II y si tenemos en cuenta que no venden, se constituyen en sector más vulnerable de la crisis pandémica y económica en la que vivimos.
Si la regla dice que la informalidad existe porque les resulta muy caro estar formalizado con el Estado entonces las posibilidades que en el actual contexto sin alicientes, motivaciones y ayudas se animen a formalizarse.
El peligro es que siendo tan vulnerables como lo son terminen en la desocupación permanente y actores activos sociales de reclamos o de actos ilegales tratando de sobrevivir en un mundo convulsionado.
Nuestro departamento no está alejado de la tendencia como vemos en el Cuadro adjunto desde hace años estamos en más del 70% de informalidad y si bien bajamos unos pequeños dígitos en los tres últimos tres años, en el presente año estaremos en el 74%. La pregunta es ¿Qué política pública están pensando implantar el gobierno nacional, regional y local al respecto?