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22 noviembre, 2024 2:06 pm

¿Quién paga la crisis?

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS    

La crisis sanitaria, social, económica y hasta psicológica está generalizada y acentuada. Las familias tienen bajos ingresos, miles de trabajadores perdieron su trabajo, los comerciantes venden poco, las empresas no tienen liquidez y el Estado no capta impuestos. En medio de la pandemia mortal se está planteando ya salidas a esta crisis.

Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP), que aglutina principalmente a las grandes empresas del país está proponiendo al gobierno nacional la creación de un nuevo régimen laboral para no menos de un año que consiste en reducir las remuneraciones de los trabajadores, la jornada laborales y al mismo tiempo permitir al trabajador acceso a su CTS, AFP y subvenciones estatales, agregan que los empresarios realizarían contratos temporales de emergencia de emergencia por un año, además los empleadores podrían prorratear el pago de las gratificaciones y CTS a los trabajadores.

El gremio empresarial vas más allá, por la contratación de personal proponen incrementar la deductibilidad de tributos por los pagos de las capacitaciones al nuevo personal realizados, también incrementar la deductibilidad en el gasto de contrataciones por un lapso de 2 años y no afectar de tributos al pago por despido de los trabajadores si es que lo destinan a formar nuevas empresas.

Añaden que los trabajadores que ahora están como tiempo parcial por dos jornadas de 8 horas a la semana puedan ser considerados a tiempo completo y prolongar indefinidamente el uso del trabajo remoto que como se sabe era solo por la pandemia (*Gestión).

Vista globalmente la propuesta seria la inauguración de nuevo régimen de servidumbre en la que los que pagan la crisis son los trabajadores que mermarían sus derechos laborales al mínimo en pleno siglo XXI. La CONFIEP con la propuesta ratifica el dicho de que algunos empresarios en nuestro país son “brutos y achorados” porque solo miran su árbol y dejan de mirar el bosque.

Si los trabajadores en medio de la alta carencia de ingresos, se les va a reducir sus remuneraciones, su estabilidad a contrataciones temporales, dejarles de pagar sus gratificaciones y CTS puntualmente entre otros, se está generando una nueva pandemia de nueva letalidad por la reducción de la capacidad de compra de bienes y servicios de los trabajadores. Entonces la economía no se mueve porque los trabajadores no tienen ingresos suficientes.

La mejor garantía para que no se cierren las empresas es que la capacidad de compra se reactive, que los trabajadores mantengan sus ingresos y compren al comerciante minorista y mayorista que a su vez comprarían a los empresarios. El flujo de ingresos y gastos de esta manera se reactivaría gradualmente. El efecto multiplicador de este aspecto mejoraría la captación de tributos a todos los niveles del Estado.

Y aun así las medidas serán insuficientes. Se necesita tomar decisiones acerca de la extremada desigualdad de distribución de la riqueza. Y esta es la lección que nos ha dado el Covid 19 y es que es urgente establecer un impuesto a la riqueza, a las grandes fortunas.

El informe OXFAM señala que en Latinoamérica mientras la gran mayoría de la población acataba la cuarentena y se aislaba, grupos multimillonarios han incrementado sus fortunas en 48,200 millones de dólares por parte de solo 73 privilegiados (Véase gráfico).

América Latina es la región más desigual del planeta; altos índices de pobreza, crisis económica, elevados porcentajes de informalidad, la corrupción enraizada en las instituciones públicas y la carente política sanitaria contra la pandemia. El Perú es parte de este escenario y también debe ser aplicable la creación del impuesto a la riqueza que consistiría en un porcentaje sobre el patrimonio mayor de un millón de dólares de manera escalonada y no se incluirían las viviendas hasta los 300 mil dólares.

La idea central es un ¡No más letalidad a los trabajadores, informales, jóvenes sin trabajo y mujer laboriosa! Y este no es un invento peruano o latinoamericano, ya se aplica en los países desarrollados, sino pregúntele a Messi y Ronaldo.

Análisis & Opinión