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23 noviembre, 2024 1:36 am

Ciencia en acción

Sin embargo - y a pesar de que hay ciencia en nuestra cocina y hasta en el retrete - aún hoy persiste el fundamentalismo, la irracionalidad, las teorías de conspiración, la ceguera intelectual, los mitos y el miedo absurdo. Se trata de un pequeño pero ruidoso grupo que se opone al desarrollo de la ciencia.

POR: DR. ENRIQUE AZOCAR PRADO     

Agradecidos debemos estar a los aportes de un griego como Aristóteles, de un italiano como Galileo, de un francés como Descartes, de un inglés como Newton y de tantos otros grandes sabios de la India, China, Egipto, Mesopotamia, de Arabia, América prehispánica y de otros lugares del planeta. Pues en todo lugar y momento histórico hubo hombres y mujeres que se dedicaron a la difícil tarea de investigar, mientras las grandes mayorías decidieron creer.

Estos grandes hombres y mujeres alrededor del mundo prefirieron la duda a la certeza del dogma. Los hombres y mujeres de ciencia de ayer y hoy, han transformado el mundo y a la humanidad. Si hoy menos mujeres mueren al traer un hijo al mundo es gracias a la ciencia. Sólo por citar un ejemplo de entre millones.

Sin embargo – y a pesar de que hay ciencia en nuestra cocina y hasta en el retrete – aún hoy persiste el fundamentalismo, la irracionalidad, las teorías de conspiración, la ceguera intelectual, los mitos y el miedo absurdo. Se trata de un pequeño pero ruidoso grupo que se opone al desarrollo de la ciencia. No quieren vacunas, no quieren ciencia. Siguen y seguirán parapetados en su desconfianza paranoica y en sus teorías sobre el “dominio mundial”. Continuarán aferrados a sus mitos, a sus contradicciones, a sus medias verdades y a su ceguera a prueba de cualquier evidencia científica. Esta será la otra gran tarea de la ciencia y de los que amamos el conocimiento.

Hay algo que debo decirlo públicamente (aunque ya lo hago en privado). Elimino de mis contactos a fanáticos de cualquier pelaje, tal como me apartaría o cortaría de plano una conversación con tipos delirantes, fanáticos e irracionales (en este grupo encajan nazis, supremacistas blancos, antivacunas, terraplanistas, antisemitas, machistas obstinados, etc.).

Creo que todos hemos recibido este consejo en casa desde nuestra niñez: «no discutas con personas irracionales» (bueno, mi madre lo decía de otra manera). Pero, en fin, el sentido es el mismo. Por mi tranquilidad, por mi salud mental, no leería – como no escucharía – a personas cuyas ideas irracionales sobre las vacunas son peligrosas, negligentes y anti científicas. Si alguien quiere polemizar está bien, pero con base empírica, o por lo menos con ciertas conjeturas lógicas. Lo demás es especulación, fanatismo e irracionalidad.

Análisis & Opinión