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Oportunidades y retos de la inversión de Anglo American Quellaveco

Se trata entonces del anuncio más trascendental para la economía moqueguana y generadora de oportunidades de empleo directo e indirecto a través de proveedurías, contratistas, negocios, ingresos para los gobiernos locales y regionales.

POR JORGE ACOSTA ZEVALLOS

ECONOMISTA DEL CEOP ILO

Después de una larguísima espera, el 26 del presente mes se anunció que la empresa Anglo American Quellaveco (AAQ) inicia sus operaciones en nuestro departamento.

El presidente Martín Vizcarra y el gerente de la empresa Luis Márchese indicaron que la inversión tendrá dos fases, la primera de construcción (calculo cuatro años) que generará aproximadamente 9 mil empleos, una segunda de propiamente producción con alrededor 2,500 empleos.

La inversión es de 5 mil 300 millones de dólares y una producción de aproximada de 300 mil toneladas anuales incrementando el PBI nacional y los ingresos fiscales y por deducción el canon minero para el departamento de Moquegua.

Se trata entonces del anuncio más trascendental para la economía moqueguana y generadora de oportunidades de empleo directo e indirecto a través de proveedurías, contratistas, negocios, ingresos para los gobiernos locales y regionales.

A pesar de ello, todavía hay voces que no creen que la inversión minera tenga bondades, la incredibilidad proviene del efecto traumático de la presencia en nuestro departamento de otra empresa minera del cobre que afecto el uso de las aguas, el medio ambiente, las normas laborales y la responsabilidad social.

La diferencia de la nueva empresa es su comportamiento corporativo que tiene compromisos de preservación del ambiente, acompañamientos de desarrollo de capacidades y acuerdos de inversión a través de un fondo económico.

La pregunta será siempre la misma: ¿Cómo convertimos la oportunidad de la inversión en efectivo desarrollo sostenible? Recordemos que hemos vivido el boom de los precios de los commodites y generaron la elevación de los ingresos fiscales y las cifras macroeconómicas estuvieron en azul.

Se rasgaban las vestiduras algunas con el llamado gran crecimiento económico. Sin embargo, en la etapa de la caída del boom nos hizo ver que la renta minera consolidó un endeble desarrollo económico inclusivo y sostenible.

La idea central es saber cómo la renta ocasionada por la extracción del mineral, para nuestro caso el cobre, se traduce en mejoras importantes en los gastos de capital en los sectores de educación, salud e infraestructura vial en las regiones del yacimiento y localidades vecinas, el cómo las localidades reemplazan la dación del capital natural por capital productivo (Hartwick, 1977). En otras palabras, como la explotación minera deviene en factor motor de nuevas actividades productivas continuas en el tiempo.

En estos aspectos hay grandes debates teóricos. Yuri Landa en su estudio “La renta extractiva y la minería del cobre en el Perú”, y refiere que hay dos enfoques, el primero es la sostenibilidad débil que afirma que el desarrollo sostenible en el tiempo será posible gracias al desarrollo tecnológico que reemplazará poco a poco los recursos agotables, haciendo permanecer el nivel de capital natural y no natural conservando el stock de riqueza del país.

El segundo enfoque es la sostenibilidad fuerte que afirma que la única manera de obtener el desarrollo sostenible es garantizando el mantenimiento de la naturaleza y que no hay tecnología capaz de reemplaza los efectos de la explotación de los recursos naturales.

La autora citada agrega que ambos enfoques si bien son complementarios es el de sostenibilidad débil el más fácil de instrumentalizar pues se concentra en papel de los recursos no renovables y no en toda la naturaleza. Citando nuevamente a Hartwick agrega que los ingresos generados pueden ser continuos en el horizonte si la sociedad logra establecer que la renta minera se invierta en diferentes formas de capital manufacturado principalmente en el productivo. De otro lado el Banco Mundial adiciona que es el ahorro original neto la medida sustancial de mantenimiento de la riqueza de un país.

El estudio concluye que la transformación de la renta minera en infraestructura productiva es u proceso que atraviesa diversas etapas y en la que participan varios actores. Lo que ha primado en la toda la década del boom minero es el enfoque de sostenibilidad débil en las cuales las localidades en donde se realiza la extracción mineral si han tenido posibilidades de mejoramiento de la infraestructura y otras más alejadas los efectos han sido menores.

La infraestructura productiva es la parte débil de la época y principalmente ha tenido en los actores del Estado los causantes de su desimplementación, actuaron improvisadamente, tuvieron una escasa visión de futuro y carente capacidad para consolidar los gobiernos regionales y locales.

Estamos ante un sinfín de oportunidades y al mismo tiempo de retos. La inversión minera ya empieza y es el momento de reflexionar el cómo hacemos que la renta generada se convierta en desarrollo inclusivo y sostenible, el como la entrega de nuestro capital natural deviene en la generación de capital productivo que active el empleo continuo en otras actividades con el requisito que los efectos ambientales se reduzcan al mínimo. Eso esperamos y soñamos.

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