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Educación e investigación en temas ambientales

BLGO. JOSÉ J. GUERRERO-ROJAS

El vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología ha llevado a la generación de conocimiento y numerosa información que requiere de su uso adecuado en beneficio de la sociedad. Es tan grande la velocidad con la que se genera la información que su cantidad ha sobrepasado la capacidad de acceso a ella y si nos referimos a su comprensión, de lejos percibimos sin lugar a dudas que se dificulta cada vez más el entendimiento por parte del hombre. Hoy se equilibra el poder en los ámbitos académicos, social y político.

Para efectos del caso, el acumulo de información no es necesariamente un problema, por el contrario, considero que el meollo del asunto se encuentra en la manera como utilizarla para beneficio de la humanidad.

De ello nace el compromiso, para educar hoy en un mundo distinto, desafiante y complejo que no solo requiere de una gran cantidad de conocimientos adquiridos por medio de diversos y variados métodos de enseñanza-aprendizaje: conferencias, clases o simple dictado, que fomentan la memorización repetitiva eximiéndose de la comprensión y aplicación de los mismos.

En el aspecto ambiental este compromiso, producto de trabajos de investigación, requiere que el ser humano conviva en estrecha armonía y vinculación con su medio ambiente, aprovechando sólo lo necesario y protegiéndolo para el futuro. Los tiempos han cambiado y en ese vertiginoso proceso evolutivo nos preguntamos ¿cuándo se comenzó a perder ese nexo con la naturaleza, que ha obligado a que en las últimas décadas en casi todos los niveles económicos, sociales, empresariales y políticos se estén tomando una serie de medidas en procura de restablecer el equilibrio ecológico?

Parte de la respuesta surge de comprender y comprometerse con una serie de etapas y metas, que deberán crear un engranaje no solo para tener conciencia el riesgo que corre la humanidad, sino también forjar nuevas actitudes y aptitudes, tanto a nivel individual como colectivo, a nivel empresarial como estatal, en beneficio de la protección y cuidado del medio ambiente.

Aspectos que fueron enfatizados en  la Conferencia de Estocolmo (1972), en que se recomendó  la necesidad imperiosa  de desarrollar una educación en labores ambientales, dirigida tanto a las nuevas generaciones como a la de los adultos, prestando máxima atención a los sectores menos privilegiados en acceso a la educación y a la información, para ensanchar las bases de la opinión pública, para lograr que tanto la conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades, esté inspirada por el sentido de su responsabilidad en cuanto a la protección y mejoramiento del medio en toda su dimensión humana.

Los nuevos retos que se nos presentan requieren de diseñar estrategias, planes, programas y proyectos, que permitan incidir en la sensibilización y concientización, en procura de tener una ciudadanía ambientalmente responsable.

Y papel fundamental les toca jugar a las universidades, responsables de generar conocimiento mediante la investigación, quienes desde los aulas universitarias con el apoyo de un profesorado comprometido y capaz, deben contribuir a crear un nueva generación y/o conciencia ambientalista que coadyuve a la búsqueda de la unidad del trinomio básico para el desarrollo de cualquier sociedad prospera y equitativa en un ambiente sostenible y sustentable: el Estado, la  Sociedad Civil y la Empresa Privada.

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