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23 noviembre, 2024 4:00 am

Ira celestial

Para más de 8 mil millones de habitantes, es imposible agradar a todos, y la religión no es la excepción.

POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA   

El domingo se llevó a cabo la clausura de los Juegos Olímpicos, que, después de un siglo, volvieron a celebrarse en París, Francia. Fueron tres semanas de arduas y hasta quizá extremas competencias en distintas modalidades deportivas, destacando, como no, la medalla de bronce de nuestro compatriota Stefano Peschiera en vela-dinghy masculino, después de 32 años. Sin embargo, así como hubo alborozo, también surgió polémica. Una de las controversias estuvo relacionada con la creciente contaminación del río Sena, donde se realizaron las pruebas de triatlón y maratón de aguas abiertas, lo que provocó quejas de algunos atletas participantes. La controversia más relevante, no obstante, ocurrió el día de la inauguración del colosal evento. Un grupo vestido de “drag queens” realizó un espectáculo que fue interpretado como una parodia de la “Última Cena”, en referencia al famoso cuadro de Leonardo da Vinci. Al día siguiente, el Comité Organizador pidió disculpas, aclarando que se trató de una representación pagana en honor a Dionisio, el dios del vino.

Las reacciones fueron inmediatas. Eslovaquia, a través de su viceprimer ministro, pidió el boicot a la ceremonia de cierre, alegando que “estas constituyen un símbolo de la decadencia degenerada”. Por su parte, Recep Tayyip Erdogan comentó al Papa Francisco que “bajo el pretexto de la libertad de expresión y la tolerancia, se pisoteó la dignidad humana y se burlaron de los valores religiosos y morales, algo que ofende tanto a los musulmanes como al mundo cristiano”. Aunque coincidimos con la crítica, resulta irónico que provenga del mandatario turco, quien recientemente declaró que “Israel superó a Hitler” en relación con la guerra librada por este país contra Hamas en la Franja de Gaza, puntualizando además que esta organización paramilitar es «un movimiento de liberación que promete ser la voz del oprimido pueblo palestino», mientras que, para Occidente, se consideran terroristas financiados, entre otros, por el régimen iraní.

Después de varios días de silencio celestial, el Vaticano respondió que «en un acontecimiento prestigioso en el que el mundo entero se une en torno a valores comunes, no debe haber lugar a alusiones que ridiculicen las convicciones religiosas de muchas personas», enfatizando que la libertad de expresión encuentra un límite en el respeto a los demás. Es satírico que, siendo los valores olímpicos “Amistad, Respeto, Excelencia”, el segundo de ellos haya sido literalmente pisoteado por la propia corporación multinacional que los creó.

Es válido afirmar que estas manifestaciones anticlericales no solo existen en el catolicismo. Así, un reducido grupo de desadaptados europeos, ante la vista y paciencia de las autoridades locales, quemaron el Corán, libro sagrado del islam. Esto es simplemente apostasía.

Para más de 8 mil millones de habitantes, es imposible agradar a todos, y la religión no es la excepción; sin embargo, parafraseando a Mahatma Gandhi, “lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas por intervención de los hombres”. Al fin y al cabo, somos hijos del Omnipotente.

Análisis & Opinión