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Quellaveco: ¡Los tambores de la tribu reclaman trabajo! (II)

"Maestro, quisiera saber cómo viven los peces en el mar. Como los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños” - William Shakespeare

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ

¡Moquegua no es una isla! Por ello lo que ocurre en el resto del mundo de una u otra forma tarde o temprano nos afecta o nos beneficia. Y ello ha ocurrido (y seguirá ocurriendo), en todos los tiempos. Por ello, hechos como la caída de la Unión Soviética y la desaparición de su imperio; el denominado Consenso de Washington y la llamada Globalización, nos han afectado y continuarán haciéndolo por un largo periodo.

Según algunos economistas,  el mayor impacto ocasionado por la caída de la URSS, se ha dado y se viene dando en lo relacionado al trabajo, puesto que al no tener un competidor serio, el capitalismo se ha despojado de ese rostro amable que permitía sindicatos, empresas públicas, cierta estabilidad laboral e incluso en algunos países el denominado estado de bienestar, situación que comienza a cambiar a partir de 1990, año en que el FMI, el BM, el Congreso de los EU, y la Reserva Federal, los altos cargos de la Administración y grupos de expertos del Gobierno norteamericano comienzan a imponer diez “principios o reglas económicas”:

Dsciplina presupuestaria; cambios en las prioridades del gasto público (de áreas menos productivas a sanidad, educación e infraestructuras); reforma fiscal encaminada a buscar bases imponibles amplias y tipos marginales moderados; liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés; búsqueda y mantenimiento de tipos de cambio competitivos; liberalización comercial; apertura a la entrada de inversiones extranjeras directas; privatizaciones; desregulaciones y garantía de los derechos de propiedad.

Todas estas medidas que comenzaron a imponerse a nivel mundial, dieron lugar a que Fukuyama escribiera “El fin de la Historia y el último hombre” en el cual expone una polémica tesis: la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la Guerra Fría, que tiene como su brazo ejecutor a la denominada Globalización, que en el fondo es el nombre moderno y maquillado del imperialismo, entendiéndose como a la actitud, doctrina o acción que conduce al dominio de un estado sobre otro u otros mediante el empleo de la fuerza económica y política, amparándose en el respaldo militar, o como sucede en nuestros días en los denominados TLC que tienen más poder que las constituciones nacionales.

(Ojo: el avance del capitalismo, tal como lo previeron Marx y Adam Smith, está dando lugar a que la riqueza se concentre cada día en menos manos, a tal punto que el uno por ciento más rico de la población posee más que el restante 99 por ciento, según se reveló en el Foro Económico Mundial efectuado en Davos (Suiza); advirtiéndose además que sólo ocho empresarios, todos varones, poseen una riqueza que equivale al ingreso de 3 mil 600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad).

Y aquí, cabe también recalcar un hecho que muchos historiadores y economistas vienen señalando: que el desarrollo del capitalismo, aparte de ocasionar la desaparición de muchos trabajos, también está permitiendo que los gigantes multinacionales impongan su interés o visión a estados enanos o con gobiernos débiles, incapaces de defender su identidad o planes de desarrollo.

¿O creen ustedes que el Presidente Vizcarra está en condiciones de imponer, por si solo condiciones o reglas a la mayor parte del sector privado, que dicho sea de paso es el principal corruptor desde los años iniciales de la república? (A propósito: ¿cuándo se designará la comisión que se encargará de revisar las deudas tributarias de las grandes empresas?).

Asimismo recordemos, sin ir al detalle, que tras el desastroso primer gobierno de García, al asumir Fujimori, éste inicialmente intento hacer un gobierno de ancha base, convocando a gente a la cual se podría definir como de izquierda: Amat y León, Helfer, etc., pero la cual ante la seria situación económica y política fue rápidamente desplazada por otra ligada a los grandes organismos internacionales, que aparte de propiciar un ajuste económico, impusieron las reglas económicas del Consenso de Washington, las cuales continúan hasta la fecha. (Chile y Colombia no las aceptaron totalmente, gracias también a la resistencia popular).

En nuestro caso fue más fácil imponerlas: la violencia senderista y la represión de la misma había ocasionado que las bases sindicales y políticas se refugiaran en el silencio y el ostracismo.

No hubo ninguna clase de resistencia, procediéndose primero a cambiar la Constitución, para facilitar el remate de las empresas estatales y la infraestructura existente, aparte de los recursos naturales, entre los cuales se encontraba el yacimiento de Quellaveco que fue adquirido a US$ 12 millones –gracias a la tacañería de la SPCC–, por la empresa minera Mantos Blancos S.A. (Mantos Blancos) en febrero de 1993.

En ese momento, Anglo American Corporation of South America poseía una participación mayoritaria en el capital de Mantos Blancos. Esta última constituyó Minera Quellaveco S.A. en forma de una subsidiaria de propiedad sustancialmente absoluta y le cedió la concesión minera Quellaveco.

Posteriormente, en abril de 1993, la Junta de IFC (Corporación Financiera Internacional, por sus siglas en inglés: International Finance Corporation; institución perteneciente al Banco Mundial), aprobó una inversión de US$6 millones para adquirir el 20 % del capital accionario de Quellaveco. Entre 1996 y 2011, IFC participó en varias emisiones de acciones con derecho preferencial de suscripción a través de las cuales se suministró a la empresa capital adicional por valor de US$54 millones para que continuara las actividades de desarrollo. En febrero de 2012, IFC vendió todas sus acciones (18.1%) a una subsidiaria de propiedad absoluta de Mitsubishi Corporation, en US$ 888 millones.

En la actualidad, Mitsubishi  está en proceso de adquirir 21.9% más de las acciones propiedad de AngloAmerican,  lo que le permitiría contar con el 40% del total de acciones en el tercer trimestre de este año,  en una suma aun en duda: US%  600 millones o en US$ 833 millones, de acuerdo a uno de sus comunicados oficiales, por lo que nos   permitimos preguntar: ¿cuál es el valor de venta y/o compra real y si la misma puede generar algún tipo de beneficio a la región, a pesar que la transacción al parecer se hará en Londres? ¿Acaso no estamos a tiempo de exigir algún tipo de alcabala por dicha transacción comercial que se hará fuera del país en base a recursos y/o riquezas ubicados en nuestra región?

Por ello, para finalizar y al margen del circo electoral, me permito invocar a que en los debates en torno al proyecto Quellaveco primen las razones y las instituciones como colectivo y no con la posición del directivo de turno, ¡antes que los payasos y las payasadas! ¡Sobran las frases comunes, faltan las ideas y las posiciones claras…y serenas!

Procuremos no hacerle el juego a ciertos intereses y personajes, ¡tanto públicos como privados! Hay ocasiones, y está es una de ellas, en las cuales hay que tener presente a Saramago cuando dice que “el problema más dramático de la izquierda es que no tiene ni una puta idea de lo que ocurre en el mundo, se quedó en el esquema que parecía corresponder a una determinada época, los años 30 y 40, y se quedó ahí, se quedó con eso, y sigue, y repite, y no sólo repite el esquema, sino que repite también el discurso.

Eso es característico de la izquierda, incapaz de decir lo que profundamente cree, porque tiene que decirlo por supuesto. Pues que lo diga con el lenguaje de su tiempo y no con el lenguaje y las actitudes de cien años atrás”.

¡Y ojo, el proyecto, producto de la envidia y la desinformación está generando mucha resistencia no solo a nivel de nuestro departamento, sino también de las regiones vecinas! ¡No caigamos en los insultos y la descalificación de las personas cuando no se puede refutar los argumentos!

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