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La verdad, siempre la verdad

POR: PROF. WILFREDO MENDOZA FLORES

wil.mendoza.flores@gmail.com

 Tras escuchar los alegatos de los abogados de la defensa de la señora Keiko Fujimori y de los once encausados y ver la decisión del juez Richard Concepción Carhuancho que determinó la prisión preventiva de 36 meses a la jefa de Fuerza Popular, así como la diversidad de opiniones, unas a favor y otras en contra; pero por, sobre todo, las encuestas direccionadas en el mayor de los casos, invita a una sesuda reflexión.

Siempre hemos afirmado que, la mejor encuesta está en las calles, en los mercados y los lugares donde se reúnen la gente para hacer su cola para cumplir con su deber ciudadano, porque, las opiniones interesadas siempre las habrá en este conglomerado que conformamos la sociedad civil con sus cualidades y defectos que también existirán; y por ello es que, tenemos que ser responsables para emitir cualquier opinión.

La experiencia en el ejercicio periodístico, nos aconseja que, para abordar un determinado tema, que por su naturaleza son importantes e interesantes para el público en general; pues, de lo que se trata es que cada individuo en toda organización cumpla los objetivos comunes y caminar hacia esa visión que todos aspiramos: El desarrollo, el progreso y el bienestar; utilización adecuada de los recursos materiales y económicos; y, transparencia en la administración con justicia y equidad.

¿Por ejemplo, sabía usted que sólo uno de cada tres líderes jóvenes confía en la mayoría de las personas? ¿Sabía usted que esos jóvenes consideran que la alegría por el éxito de los demás es el valor menos practicado por nuestros universitarios? ¿Pero, cómo podemos confiar en alguien que miente o que no cumple lo que promete, que roba o abusa, o que siempre es impuntual? ¿Cómo sumar con otros si ni siquiera podemos creer en su lealtad, sinceridad e integridad?

En pocas palabras, ¿Por qué los señores candidatos, -ahora autoridades electas- en sus exposiciones no han dado relevancia a la paulatina pérdida de los valores humanos, éticos y morales? Porque, a hombres y mujeres, sin principios y sin valores, acción difícil, por no decir imposible, que cambien de actitud y, con ello, siempre tendremos una sociedad en permanente reclamo y quejas. Autoridades que se transforman rápidamente en el primer enemigo de su pueblo y que se olvidará de sus objetivos y metas que ahora defienden.

La lealtad, sinceridad e integridad son la esencia de la confianza; pues, están referidas a lo que uno piensa, dice y hace. Quien dice lo que piensa es sincero y su sinceridad nos permite conocerlo. Quien dice algo diferente a lo que sabe miente y el descubrir su mentira genera desconfianza. La mentira aleja y carcome, la sinceridad acerca y consolida. A su vez, quien hace lo que dice es leal, y su conducta dota de credibilidad a su palabra.

Por eso, cumplir lo prometido y honrar lo pactado es la mejor garantía que uno puede ofrecer de sí mismo. Y, quien dice lo que piensa y hace lo que dice, es íntegro. Sin integridad solo queda desconfianza. Poder confiar en otra persona pasa, entre otros aspectos, para poder conocerla. Impedir que alguien se exprese nos restringe la posibilidad de conocernos, especialmente en una región tan diversa como el nuestro. Por eso, así como debemos sancionar enfáticamente la mentira, tenemos que promover la libertad de expresión.

Sólo expresándonos, podemos darnos a conocer y solo conociéndonos, podemos llegar a entendernos. En algunos casos, nuestras diferencias de opinión nos llevarán a discrepar, incluso apasionadamente, pero debatir ideas y propuestas es parte esencial de la vida en democracia, es ejercer nuestra libertad.

Por eso, en una sociedad civilizada no hay delito de opinión- salvo, por supuesto, por la calumnia y la difamación- y nuestro país y particularmente nuestra Región, más que nunca requiere del irrestricto respeto a la libertad de expresión y de opinión a que todos tenemos derecho.

Hoy, en el Congreso se debatirá el informe concluido por la Comisión Lava Jato que implica a connotados líderes políticos involucrados en actos de corrupción que ha causado enorme daño al país.

A la corrupción debemos derrotarlo con todos los medios legales a nuestro alcance, pero las ideas debemos combatirlas con inteligencia, la demagogia con integridad, la manipulación con información, la ignorancia con educación.

No dejemos que cantos de sirena nos hagan vacilar, porque está en juego, nuestra relación con la verdad: por tanto, los parlamentarios que dicen “representarnos” no pueden perder de vista la práctica permanente de los valores humanos, éticos y morales. No promover la impuntualidad, la mentira, el engaño y la desconfianza; pues son antivalores que debemos rechazarlas.

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